La vuelta a Inglaterra en 7 días (III). Tercera etapa: Bath

Sheffield - Bath

Bienvenidos a una nueva entrega de Yentelman, el blog en el que aprenderéis inglés y, si os descuidáis, hasta español. En nuestro tercer día en Inglaterra nos habíamos propuesto pegarnos la mayor paliza en autobús de la semana. Y es que esta vez nos íbamos a ir a Bath, una preciosa ciudad conocida por sus baños romanos, y situada en el condado de Somerset, en el suroeste de Inglaterra. O lo que es lo mismo: a unas tres horas y media de nuestro campamento base en Sheffield.

Así pues, por una vez decidimos madrugar y pillar el bus lo antes posible a fin de disfrutar todo lo que pudiéramos de una ciudad que fue nombrada patrimonio de la humanidad en 1987. A la hora de marchar tuvimos que lidiar con la habitual «simpatía» de los autobuseros ingleses, cuando un servidor insistió en llevar la mochila de la mili consigo en el asiento (una mochila como la de la foto, más pequeña que cualquiera que lleve hoy en día al colegio un niño de diez años).

Mochila mili

Sí, yo he hecho la mili. Así de viejo soy.

El conductor pretendía arrebatármela y echarla al compartimento de los equipajes, algo a lo que no estaba yo dispuesto. Mi botella de agua, mi bocata de jamón, una tableta de chocolate y mi libro estaban dentro. Yo confiaba en que el reducido tamaño de mi zurrón no dejaría lugar a dudas de que su lugar estaba arriba conmigo, y no languideciendo solitario en un oscuro compartimento de equipajes cual Arca de la Alianza al final de la primera peli de Indiana Jones.

Así, le dije al amable conductor que pensaba guardarla en mi asiento. En ese momento, arrancándomela de las manos con una mirada entre el asco, el odio y la ira, contestó: I’ll be the one to decide that («Eso ya lo decidiré yo»). Tras sacar mi comida, agua y material de lectura, darle varias vueltas y manosearla como si de un rollo de una noche se tratara, debió convencerse de que, pese a mis pintas, no pretendía usarla para nada ilegal, y a regañadientes acabó devolviéndomela. Debo reconocer que no fue una de las mejores experiencias a la hora de venderle a Óskar la proverbial cortesía británica…

Angry bus driver

«¡¡Me da igual que necesites esa mochila para vivir. He dicho que no la subes, y no la subes!!»

Sea como fuere, ya estábamos en marcha, y el viaje transcurrió sin incidentes. Bath es una ciudad absolutamente espectacular (stunning, que se dice en UK). Puede que incluso más que York. Combinando los restos romanos con la arquitectura georgiana del siglo XVIII, época en la que la ciudad se popularizó como destino vacacional de balnearios, pasear por Bath es como viajar en el tiempo.

Y es que Bath no es como la mayoría de ciudades británicas. En esta belleza abunda la arquitectura georgiana, como hemos mencionado, con varios edificios de forma semicircular. Por supuesto, nos dimos una vuelta por los famosos semicírculos de las calles Royal Crescent y The Circus, que junto con la carretera que las une forman un conocido signo de interrogación.

Royal Crescent question mark

También visitamos la hermosa Abadía de Bath (Bath Abbey), construida en el siglo VII y muy bien conservada gracias a los numerosos trabajos de reconstrucción y restauración llevados a cabo a lo largo de los siglos. En el conjunto de la Abadía cabe destacar el edificio conocido como Grand Pump Room, que en 1950 fue catalogado como de Grado I, es decir, de especial interés histórico y arquitectónico.

Bath Abbey

Pero si hay un lugar imprescindible en Bath ese es, obviamente, el sitio donde se erigen los baños romanos, aún abiertos al público hoy en día para que los ciudadanos puedan disfrutar de sus aguas medicinales. Óskar y yo no entramos, ya que no habíamos traído bañador (en serio, ¿quién se lleva bañador a un país donde llueve cinco de cada siete días?).

Roman Baths

A modo de curiosidad, y ya que hablamos de York en nuestro post anterior, mencionar que en 2010 la Royal Crescent se hizo con el segundo puesto en la competición de Google Street View a las mejores calles, por detrás de… The Shambles, la calle medieval de York. En los alrededores de Bath se encuentra también la colina llamada Solsbury Hill, así que los fans de Peter Gabriel tienen un aliciente adicional para visitar esta preciosa ciudad.

Como ya hemos comentado, el viaje hasta Bath desde Sheffield era (y es) bastante largo, con lo que la sensación que he tenido siempre es la de no haber aprovechado el tiempo lo suficiente. Bath permanece en mi memoria como uno de esos sitios de UK a los que, tarde o temprano, debo regresar. En cualquier caso, tuvimos que irnos de vuelta a nuestra base antes de lo que nos hubiera gustado.

Si no recuerdo mal, esa noche no salimos. En su lugar, aprovechamos la ocasión para descansar un poco en casa y echar unas partiditas de cartas con los compañeros de piso de Carlos. Como yo ya sabía cómo se las gastan los ingleses con el precio del alcohol, nos habíamos llevado de España una botella para cada uno: Jack Daniel’s para mí, vodka Absolut para Óskar y Bailey’s para Carlos (siempre ha sido una nenaza bebiendo).

Drinks

La santísima trinidad alcohólica

Mientras dábamos buena cuenta de nuestro bebercio, el compi de piso de Carlos (que algún año después, en un ataque de esquizofrenia, intentaría matar a nuestro amigo y a los demás habitantes del piso con un cuchillo de cocina. Pero esa es otra historia…) se dedicaba a la cerveza. Como vimos que miraba nuestros vasos con un brillo en los ojos que parecía decir «invitadme, cabrones», le ofrecimos compartir nuestra bebida, a lo que enseguida accedió, decantándose por el vodka. Y ahí pudimos observar que los ingleses no están hechos para beber otra cosa que no sea cerveza. Al segundo o tercer «destornillador», se cayó de espaldas al suelo, semiinconsciente, con una borrachera como he visto pocas. Todo ello ante nuestra hilaridad general.

Como el compi aún no había intentado matar a nadie (en realidad por esa época era un tío muy majo) y nosotros, aunque borrachos, nunca hemos sido mala gente, lo tumbamos en el sofá y le pusimos unas mantas encima, mientras regresábamos a nuestra partida y a nuestros cubatas. Al día siguiente, Carlos iba a pedir fiesta en el trabajo para venir con nosotros a nuestro próximo destino, un espacio natural mucho más cercano que Bath y en el que pondríamos a prueba nuestra resistencia física: el conjunto montañoso conocido como Peak District.

(Continuará…)

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