Sobre el intrusismo en traducción y docencia

Intrusismo profesional

Bienvenido a un nuevo post de Yentelman, el blog en el que aprenderás inglés y, si te descuidas, hasta español. Como prometí en los comentarios del post de hace dos semanas, hoy voy a hablar de un tema candente, da igual cuándo leas esto. No, no voy a posicionarme con lo de Cataluña. Se trata de algo más relacionado con mi profesión, un temita recurrente que hace dos semanas volvía a saltar en mi timeline de Twitter: el del intrusismo laboral. Ya hablé de algo similar en mi post Desmontando el mito del profesor nativo refiriéndome en concreto a la docencia, aunque mi punto de vista ha cambiado ligeramente en algunos aspectos respecto a lo que escribí hace cinco años. Al lío.

Mi opinión sobre el intrusismo en traducción y docencia

Introducción

No sé exactamente en qué tuit concreto empezó todo. Recuerdo algún intercambio de pareceres en plan he said, she said, donde una traductora joven (o tal vez estudiante de Traducción e Interpretación, no lo recuerdo) criticaba la adaptación al español de un libro que había traducido alguien a quien llamaba «señoro»; alguno decía que los estudiantes de TeI (las siglas de Traducción e Interpretación que voy a utilizar desde ahora para ahorrar tiempo y espacio) venían muy creciditos; otros se preguntaban si, tras treinta años de profesión, debían ser considerados «intrusos» por no tener ningún título, y así hasta el infinito. Just another day for you and me in Twitter, como cantaba Phil Collins. O algo parecido.

Phil Collins intrusismo en Tarzán
Phil Collins practicando su intrusismo entre Tarzán y Jane.

En fin, que como Twitter se me queda corto, y ya sabéis que a mí me gusta explayarme, me he decidido a hacer un post. Con dos semanas largas de retraso, lo sé. Espero no remover demasiado las aguas, aunque para cuatro gatos que me leen, supongo que da igual. Here are my two cents.

Contextualizando: about me

Antes que nada, y por si no has leído el about me del blog, te voy a contar quién soy y de dónde vengo, más que nada por ponerte en contexto. Tengo 44 años. Tras conseguir el Proficiency de la EOI en el 93, me licencié en Filología Inglesa en 1998. La carrera de 5 años, de las de entonces. Al terminar hice el CAP, el Curso de Adaptación Pedagógica que ahora es el Máster del Profesorado, o algo así. Y de 2000 a 2002 estuve haciendo un Máster de dos años de Traducción e Interpretación Inglesa en la Universidad de Alicante, donde tuve la enorme suerte de tener como profesores a unos cuantos grandes: Enrique Alcaraz Varó, Brian Hughes, Miguel Ángel Campos Pardillos…

Diccionario de términos Jurídicos Varó Hughes Campos
Una joya imprescindible.

Cuando empecé el Máster en Traducción estaba convencido de que sabía traducir. Joder, que me saqué el Proficiency a los 18 y en la asignatura de inglés de la carrera nunca bajaba del notable… La realidad es que no tenía ni puta idea. Pero aprendí. Sobre todo, me di cuenta de lo diferente que es «saber un idioma» y «saber traducir de ese idioma al tuyo». Aprendí técnicas, estrategias, trucos, la importancia del contexto y de conocer tu propio idioma a fondo. En pocas palabras, descubrí mi vocación. Mi tutor de proyecto final, Miguel Ángel Campos, me dijo una frase que nunca olvidaré: «El traductor nace, no se hace. Tú has nacido para esto». Puede que sí, puede que no; pero esa frase se quedó conmigo para siempre y me ayudó a perseverar en este campo.

Finalmente, en 2007, tuve la suerte de entrar en una empresa que me permitía compaginar mis dos pasiones: la docencia y la traducción. Y ahí sigo. Así que creo que tengo suficiente bagaje, tanto académico como profesional, para que no se me pueda considerar un «intruso», e incluso para opinar sobre el tema, ¿no crees?

¿A qué llamamos intrusismo?

Y, por otra parte, ¿qué es el intrusismo en contextos como la traducción o la docencia? ¿Es un intruso el estudiante que da clases particulares mientras se saca la carrera? ¿O lo es el traductor sin titular, independientemente de su experiencia en el campo? Algunos profesores de la pública consideran intrusos a sus compañeros de la concertada…

Here comes the boom
«Aquí, recuperándome de la última gresca entre profes de la pública y la concertada. Sí, en Twitter. ¿Los cortes? Me arañó el gato ayer».

Sinceramente, yo he sido lo que probablemente llamarías «intruso». Ahora, con la perspectiva de los años, lo veo. Traduje antes de hacer el Máster, y sin tener ni idea realmente de lo que implicaba ser traductor. Fui profesor particular de inglés sin haber terminado la carrera de Filología.

Pero, ahora, pregúntate: ¿Realmente crees que mi yo de hace 20 o 24 años, el que traducía cuatro folios para la empresa del amigo de mi padre por cuatro perras, o el que daba clases de inglés a estudiantes de BUP, te estaría quitando trabajo ahora mismo? Porque, si es así, creo que tienes un problema, y no es el supuesto intrusismo.

Tarifas de mierda

Y así llegamos al tema de las «tarifas de mierda». Es habitual pensar que un «intruso» va a trabajar sólo por tarifas de mierda. Y a veces, así es. Pero como tendrán que hacerlo, mal que nos pese, muchos de los recién licenciados.

No creas que pretendo defender las prácticas abusivas. Pero, aunque me joda tirar por el tópico de «siempre va a haber empresas que ofrezcan tarifas de mierda», es que es así. Hoy en día en TeI se ofrecen prácticas, como en casi todas las carreras. También en el Master en Profesorado. Así que, al menos, uno sale con algo de experiencia para incluir en el CV. Pero siempre va a haber una empresa que te ofrezca cacahuetes. Y, si no eres tú el mono, lo será otro. Y, si no encuentran monos titulados, pues cogerán a ese que tiene un B2. La calidad se resiente, claro, pero a muchas empresas, por desgracia, eso se la pela.

Como los cacahuetes, que también se los pelan.

El enemigo aquí no es el pobre intruso, sino estas empresas. Contra ellas hay que cargar. Cosa difícil, por otra parte, cuando ves que muchas no son precisamente empresuchas de tres al cuarto. Y claro, luego lees cosas como las de la web de turismo de Santander, o el museo que busca que le traduzcan los folletos gratis, o los de la exposure, visibilidad, o como quieras llamarlo. Y de repente los fansubs te empiezan a parecer hasta bien.

Cuando alguien recurre a trabajar así, por cuatro perras o por «retribución digital», normalmente es porque lo necesita. Necesita pasta, experiencia, o ambas cosas. O confianza en sí mismo. Porque yo ya no acepto clases por 10€ la hora, y la última prueba que hice como redactor de contenidos me la pagaron… Pero no siempre fue así.

Intrusismo y experiencia

Poco después de sacarme el Máster, empecé a traducir para una empresa india por una tarifa de mierda. Y para una publicación española por otra tarifa un poco menos mierder, pero que me pagaba a los tres meses, si había suerte. Y, chico, lo asumí. Porque, pese a haber sido el número uno de mi promoción en el Máster, pese a «haber nacido para esto», sabía que no dejaba de ser un chaval con poca experiencia real, y que necesitaba foguearme y coger tablas. Y me vino de lujo, oiga. Por eso, cuando veo a traductores que, sin título alguno, llevan treinta años de profesión, lo que menos se me ocurre en la vida es llamar «intrusos» a esas personas. Porque para llegar a donde han llegado habrán sudado sangre.

«¿Qué segundo advenimiento ni qué Armagedón? ¡Yo soy traductora autónoma, joder!».

Y es que, cuando veo que un recién licenciado o estudiante habla de intrusismo para referirse a alguien que lleva media vida traduciendo, dando clases o lo que sea que haga, se me llevan los demonios. Si alguien ha sido capaz de vivir de la traducción o de la docencia durante 10, 20, 30 años… ¿realmente crees que no sabe lo que se hace?

Tal vez entró en ese campo de casualidad, o llevado por las circunstancias. Y sí, tal vez al principio se pudiera hablar de intrusismo. Tal vez incluso él mismo se sintiera un «intruso». Pero ten por seguro que, con el tiempo, habrá aprendido, habrá pulido sus habilidades, y se habrá convertido en un profesional más capaz, casi con toda seguridad, que una gran mayoría de recién (y no tan recién) titulados que creen que su trozo de papel tiene más valor que la tinta con la que se imprimió.

En fin, Serafín…

Me ha salido un texto algo deslavazado y heterogéneo, pero creo que se entiende por dónde van los tiros. Si tuviera que resumir mi opinión en una idea, una especie de TL;DR, probablemente diría que todos hemos sido intrusos en algún momento, incluso aunque tuviéramos un título que certificara nuestra aptitud. Porque, al final, la experiencia es un grado, nos guste o no.

Y sí, a riesgo de sonar como un abuelo Cebolleta, creo que a muchos jóvenes de hoy en día les falta humildad y les sobra prepotencia. Los traductores o docentes veteranos no os van a quitar el trabajo ni os van a poner zancadillas, al menos no la mayoría. Os ayudarán, os darán consejos, os guiarán y utilizarán esa experiencia que ellos han tenido para evitar que cometáis los errores que ellos cometieron. Sacadle partido, que muchos no tuvimos esa oportunidad.

Zancadilla
Traductor veterano zancadilleando a recién licenciada. True story.

Como se me habrán quedado mil cosas en el tintero relacionadas con el intrusismo y sus aledaños, aprovecho para pedirte que opines, preguntes, afirmes, o incluso me critiques o insultes. Puedes llamarme «señoro» también, que no me voy a ofender. Aunque, a cambio, tal vez acabe mandándote a la mierda. Pero poco. Deja tu opinión en los comentarios, en nuestro Facebook, Twitter, o en nuestro perfil de Bloguers. Peace and love!

8 thoughts on “Sobre el intrusismo en traducción y docencia

  1. ¡Hola!
    Me ha gustado mucho lo que has escrito porque tratas el tema del intrusismo con sensatez. Sin embargo, yo también fui estudiante de TeI y confieso que también consideré intruso a todo aquel que osara dedicarse a la traducción sin tener titulación de traductor. ¿Pero sabes que pasa? Que durante la carrera hubo quien nos comió el coco con el temita, con lo de que los traductores deberíamos tener un colegio propio para evitar el intrusismo, que si patatín, que si patatán… Igual que nos soltaban la cantinela de que ni se nos ocurriera nunca en la vida trabajar por menos de una tarifa X (pecado mortal si lo hacías, derechito al infierno) y nosotros salíamos de la clase/seminario/conferencia convencidísimos de que nunca íbamos a comer mierda (no, qué va). Incluso recuerdo a un señor que vino a darnos una charla y que nos dijo que fuéramos realistas porque nadie vive de la traducción, que siempre íbamos a tener que estar pluriempleados para sobrevivir.
    En fin, quiero decir que sí, que es posible que en las facultades de TeI falte un pelín de humildad, pero muchas veces todo empieza en quien enseña o da la conferencia o el seminario de turno y, claro, eso cala en la mayoría de chavales. Menos mal que no todos los profesionales con los que te topas en la época estudiantil son así y menos mal que después llegas al mercado laboral y ¡zas!, te llevas un tortazo de realidad y ves que una cosa es la teoría y otra la práctica, que los cacahuetes al princpio de la vida profesional están a la orden del día aunque joda, pero que casi siempre es lo que hay si quieres adquirir experiencia, de que es posible vivir solamente de la traducción y de hay muchísimos profesionales excelentes de la traducción que son periodistas, ingenieros, biólogos o químicos de formación, por ejemplo, y aprendes mucho de ellos, de sus consejos y de su valiosa experiencia.

    • Muchísimas gracias por tu comentario, esta es la clase de debate que quería abrir.
      Lo que comentas de los docentes en la Universidad es cierto, pero eso ocurre en todas las carreras y especialidades. Tienes algunos geniales y otros que, bueno… Yo puedo decir que, sinceramente no tuve ni uno que me pareciera malo. También es verdad que hace 20 años el tema de titulaciones en traducción no estaba como ahora. Pero, la verdad, nunca he entendido a esos docentes que parecen querer convencer a sus pupilos de que lo que están estudiando no tiene futuro. Curiosa manera de vender tu materia…

      Es cierto que trabajar para una sola empresa en un campo como la traducción o la interpretación es complicado. Pero, joder, por eso muchos traductores crean su propia empresa, su propia marca. ¿Eso es estar pluriempleado? Que no digo que no, pero al menos no lo vendas como algo tan negativo. Lo de las tarifas, pues sí, lo oigo mucho, demasiado. El caso es que eso sí lo veo como una forma de negar la realidad. ¿Que sería ideal que todos los titulados salieran cobrando 3000 al mes? Pues claro, pero es una utopía. Lo que está claro es que ninguna empresa va a pagar lo mismo a un recién titulado, por muy de sobresaliente que sea, que a un veterano con 30 años de experiencia en el gremio que tenga, con perdón, los cojones pelados de estar en las trincheras traductoriles o docentes. Y, como he dicho, que tampoco tiene que ser malo para el recién titulado. Te llevas tus hostias, aprendes, y con el tiempo descubres lo que vales de verdad, no lo que crees que vales. O, mejor dicho, lo que un tercero está dispuesto a pagar por tu tiempo, que tampoco tiene por qué ser lo mismo. Porque hoy en día tienes que saber venderte también, lo que no deja de ser una pena, en cierto modo.

      Yo lo de un colegio de traductores e intérpretes no lo veo; por el tema de que, como ya se ha comentado por Twitter alguna vez, regular las tarifas en esta profesión es misión imposible. Lo que pediría es que a los estudiantes no os coman la cabeza ni en un sentido ni en otro. por lo que has dicho, un día os tenían diciendo que no íbais a currar de esto en la vida, y otro os decían que nada de rebajarse a trabajar por menos de X. Ni tanto, ni tan calvo. Y, de todas formas, yo sigo con mi duda… ¿a qué se le puede llamar intrusismo? ¿En qué momento deja de ser intruso un tipo que empezó a currar de algo sin titulación, pero ha sido capaz de buscarse las lentejas en ese campo durante años? Mi padre y muchos de sus coetáneos no tuvieron el privilegio de estudiar; y, sin embargo, fueron capaces de labrarse una carrera en campos para los que, hoy en día, te pedirían titulación.

      En fin, lo dicho, muchas gracias por dar tu opinión y contribuir a ampliar este tema, que soy consciente de que mi post se queda corto para tratar todos los entresijos que conlleva.

  2. Me gradué de Filóloga Inglesa en el mismo año que tú (vaya, ¡qué jovencitos somos!). Al día de la fecha hago traducciones, he trabajado en ello durante años y sigo dando clases (no siempre).
    No puedo estar más de acuerdo con este artículo, enterito de principio a fin. Y sí, que también me convierto en abuelita para confirmar tus palabras: «creo que a muchos jóvenes de hoy en día les falta humildad y les sobra prepotencia».
    Más le vale a la humanidad ducharse con humildad y aprender de los sabios viejos, de los que ya venimos de vuelta e incluso de quienes incluso uno mismo sigue en aprendizaje constante. Intrusos… intrusos somos todos en esta vida cuando estamos aprendiendo, arañando oportunidades y conociendo el mundo que nos va a pagar a fin de mes o cuando terminamos un trabajo. Miguel Ángel dijo: «todavía estoy aprendiendo» cuando tenía 88.

    Best wishes, my friend (o «señoro», jeje)
    XXX

    • Hola Poli, gracias por pasarte 🙂 ¡Estamos hechos unos jovenzanos!
      Por los comentarios que me han estado dejando por redes, normalmente a un filólogo no le consideran «intruso», ni siquiera en el campo de la traducción, aunque ya te digo yo que no es lo mismo. Ahora parece que sí se imparte alguna asignatura de traducción en la carrera de Filología inglesa, pero en mis tiempos no se hacía. Y, como digo en el post, yo creía saber traducir, pero ni de coña. E intrusos somos o hemos sido todos en algún momento y en algún campo, sin duda. Buena cita esa de Miguel Ángel. Estas tortugas ninja, cuánto saben, jajaja.

      Lo dicho, gracias por comentar. Un placer, como de costumbre 🙂

  3. Pues me ha molado la postura porque curiosamente los que están en tu situación o similar piensan justamente lo contrario. Me he acordado también algo relacionado con este tema, en una ciudad cercana a la mía está una fábrica donde se hacen vagones de trenes de la Talgo. Buena parte de ellos van a países de la antigua U.R.S.S (así para abreviar y no poner los tropecientos que hay), y es normal que necesiten traductores para textos español-ruso y viceversa, por lo que suelen contratar a personas de esos países afincados en España hace años y que hablan nuestro idioma de forma fluida, pero no están preparados especificamente para ese puesto… ¿por qué? muy fácil, aunque hables ambos idiomas en las traducciones existen muchos términos específicos de partes del vagón que raramente gente conoce por su nombre, asi que imagínate a esta gente leyendo alguno de esos términos en su idioma materno y tener que traducirlo cuando es la primera vez que los leen, y lo que es peor, les puede ocurrir al revés, que el término sea en español, totalmente desconocido y encima deban traducirlo a su idioma. El caso, que hay miles de malentendidos a la hora de mandar este tipo de documentos en ambos países… Y no sé, me ha recordado a lo que explicas. Yo creo que para ciertas cosas no necesitas tener tropecientos masters y por ende el término intrusismo está de más, pero para otras mucho más específicas, si que hay intrusismo, pero no por culpa de ellos, sino de las empresas que necesitan un tipo de gente muy determinada y piensan que les puede servir cualquiera… Esa es la línea que separa este tema y por la cual no me puedo decantar de un lado o de otro. Un abrazo tron.

    • Hi, man. Gracias por comentar, pensaba que este post lo ibas a ignorar directamente por la temática, jejeje.
      Las respuestas al artículo aquí y en redes me dicen que hay muchas opiniones diferentes al respecto, así que tampoco es que yo vaya contracorriente, precisamente. En lo de los rusos, te doy la razón y enlaza con lo que comento en el post. No, un nativo no tiene por qué saber traducir solo por ser hablante nativo del idioma meta. La traducción es mucho más que pasar palabras de un idioma a otro. Si no fuera así, cualquiera con un diccionario (o con Google Translate) podría hacerlo. Y, en efecto, el desconocimiento de este «pequeño» detalle es lo que lleva a contratar a gente que, en realidad, no está preparada para traducir, por mucho que hablen uno,dos o doscientos idiomas. Y aquí es donde entra en juego el verdadero intrusismo. Aunque, insisto, yo cargaría contra las empresas que los contratan antes que contra los propios intrusos.
      ¡Abrazo!

  4. Muy interesante tu artículo: no te había leído nunca hasta ahora y estoy bastante de acuerdo con casi todo lo que has expuesto. Me ha gustado particularmente que hayas tocado el tema de que, en los inicios, es casi inevitable cobrar menos; una cuestión que es casi tabú incluso entre los veteranos: recuerdo cuando era tierna pimpollita y gente con décadas de experiencia llegaba a decirte que tu obligación moral era no aceptar una tarifa menor a la de ellos porque rompías el mercado (que sí, que tiene su parte de razón pero… ostras). Yo he ido mejorando notablemente mis condiciones de trabajo con los años pero también me considero mucho mejor traductora ahora.
    Otro tema interesante a tratar, si no lo has hecho ya, sería el del pluriempleo que has sugerido en este texto. Recuerdo que no hace mucho hubo otro tweet polémico en el que otra estudiante de TeI poco menos que decía que esperaba no tener que rebajarse nunca a dar clases de ingles. Parece qie la docencia está algo denostada y no acabo de entender el porqué. Sería interesante conocer más puntos de vista. Un saludo

    • Pues bienvenida a mí humilde blog, Patricia. Me alegro de que otra compi de profesión coincida conmigo, como no. Respecto a tu primera apreciación, me remito a lo que digo en el post. Nadie va a reventar el mercado por cobrar a dos céntimos palabra o menos, porque ningún traductor experimentado va a pasar por ese aro. Es que, simplemente, no sale a cuenta. La empresa que paga eso tampoco puede esperar conseguir nada demasiado decente a ese precio, y lo sabe. Por eso es un mercado para traductores nóveles que necesitan hacer currículum, o para los del B2 que buscan cualquier cosa que les de cuatro perras. Que no digo que un traductor recién salido del nido sea malo, pero seguro que es peor que su versión de diez años más tarde. Como bien dices, has mejorado como traductora. Y yo, y todos los que nos dedicamos a esto. Otra cosa es que pienses en una traducción que hiciste hace 4 años y digas, «joder, esa vez la clavé». Pero, globalmente, seguro que eres mejor de lo que eras hace esos 4 años.

      Ah, y la «obligación moral» es como la visibilidad, que queda muy bonita, pero no te da de comer.

      El otro asunto que comentas lo he vivido de cerca. Un compañero del máster me dijo, casi literalmente (porque han pasado muchos años y no recuerdo si era exactamente así), «no estoy estudiando esto para acabar dando clases de inglés». No sé, supongo que en mi caso vino primero la vocación docente (desde muy pequeño, siempre quise ser profesor, y me metí a filología pese a que mi nota me daba para carreras más «lucrativas») y más tarde la traductora. Siempre he compatibilizado ambos roles, e incluso a día de hoy, con un puesto de trabajo un poco peculiar y en el que toco demasiados palos, sigo siendo mitad profesor, mitad traductor. Pero comentarios como el que mencionas los he visto alguna vez, y me parecen de un elitismo y una arrogancia que asustan.

      Muchas gracias por comentar. Debería escribir más posts de este estilo, porque siempre salen debates chulos. Espero que te animes a leer algo más del blog 🙂

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